martes, 15 de enero de 2013

El verano


Como todos los veranos la plaza del pueblo se engalanaba para los turistas y se vestía la pared que estaba al lado del callejón con un ancho cartel de doradas letras que se veía desde lejos. En él se podía leer “cine al aire libre” y la entrada era gratuita para los niños.

La familia Pedrosa acababa de llegar, los más pequeños ya campaban a sus anchas por las cuestas y callejuelas, correteaban y gritaban nerviosamente con sus amigos.

El pueblo significaba la despreocupación para los padres y la bulla para los niños; los unos recordaban lo que era ser amantes de nuevo y los otros jugaban como cachorros desenjaulados.

Esa noche en la plaza se proyectaba la película de Cantando bajo la lluvia, la gente se apelotonaba en las primeras filas, era como un teatro desordenado donde se reunían todas las generaciones, llevando sus propias sillas: rojas, verdes y amarillas, de madera, de plástico y metálicas; altas, bajas, de dos y hasta tres patas, viejas, prestadas y nuevas,  en el suelo se combinaba una alfombra de palomitas, pipas, papel de plata y latas de refrescos. Se iba formando una nube de risotadas, llantos de bebé, toses y mandíbulas masticando. 

El verano había llegado...

1 comentario:

  1. Cantando bajo la lluvia en el cine de verano, no estaría mal con el frío que hace hoy en España =) Me encanta tu blog Carla, felicidades y ahora me quedo con ganas de leer más cosas tuyas. Un beso desde Alicante!
    =)Elena

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