martes, 26 de febrero de 2013

Frases inspiradoras



"Pero más aún que el cansancio o el calor, era el peso de sus pensamientos lo que volvía zozobrante el andar de Sofr, el sabio zartog." (El eterno Adán de Jules Verne)

sábado, 23 de febrero de 2013

Poema:


Ayer
Dibujo recuerdos cual peonzas girando.
Pinceles, agua, luz, color y dolor camuflado.

Coloreo una maleta de rojo fuego, olvido el oso rugoso de tanto asirlo con desesperación y el llanto ahogado a mi lado me persigue.

No hay espacio en el papel ajado,
colorines cubriendo angustias, soledades impuestas 
y desarraigo infantiloide.

Buenas noches tristeza, adiós niña perdida.

sábado, 16 de febrero de 2013

Poemas rescatados

Ella y él
El horizonte plagado de minaretes violáceos
los protege.
En el barco otomano él y ella se besan muy despacio.

El infinito y la nada

No tengo miedo a que llegue el alba.
No tengo miedo a que me alcance el plenilunio.
No tengo miedo al oscuro infinito.
No tengo miedo porque el miedo es la nada.

Seres acuosos

Me sumerjo en ti,
nadas detrás de mí,
sin respiración como peces mágicos, 
abrimos los ojos y nos miramos.
Me quedo en el instante colgante.

Tempestades calmas

Firme ante el oleaje,
firme ante las velas caídas.
Firme y sin ahogarme en las negruzcas olas.
Con luminosa fe y sin brújula: firme.
Firme en el silencio nocturno,
bajo un cielo sin estrellas y un mar calmado.
Firme y confiada.
Tuya incondicional y sin alas.

domingo, 10 de febrero de 2013

Cuento surrealista: El domador solitario



Todavía hay poca niebla sobre la ciudad. Se asoma levitando sobre un cielo en donde empieza a titilar la estrella del norte.  La dueña de una tienda de muebles observa cómo cambia la luz celestial: se va degradando de azul a violeta, de morado a naranja, hasta quedarse en un difuminado horizonte pastel. 

Aún hay varios clientes rondando entre cómodas y mesas de comedor, le apetecería estar sola y acariciar el firmamento para... pero se acaba su escena.

   Fundido a negro y se ve un gorrión revoloteando de un árbol a otro, de la plaza a la calle comercial y al caer la tarde se detiene frente a diversos escaparates hasta llegar al establecimiento de la mujer anterior. Los ojos del pájaro se quedan fijos en ella, una joven con cuerpo de bailarina de ballet y una sonrisa que produce cosquillas.

Según los deseos de los dioses hay un domador que maneja al avecilla y tiene varias habilidades, como detener el tiempo.  Este gorrión es en realidad un joven atrapado por haber desobedecido a las deidades, aunque es feliz siendo un pajarillo de acolchadas plumas, picoteando lo que quiere y viajando por la ciudad bulliciosa y de edificios de mármol. 

Ambos, hombre y animal duermen en la misma casa de cristal, aunque descansan en diferentes habitaciones. El poder del domador es inmenso, puede provocar que se haga de día o de noche o que aparezcan y desaparezcan personas y animales a su merced.

La cámara enfoca otro ángulo y comienza el espectáculo: ¡acción!: a primera hora de la mañana ha entrado en su cuarto desordenado un personaje de elevada estatura; aparentemente llena de importantes viandas coloridas lleva una gran maleta.  Viene con paso precipitado. Es un pensador, se sabe por sus enormes gafas de gruesos cristales y ese pelo despeinado que le cae sobre un ojo. 

No se ha vuelto a ver a la refinada dueña de la tienda, en su lugar aparece una criatura mitológica: un unicornio plateado. Cada vez tiene menos sentido este guión para una película comercial, poca violencia, faltan diálogos y hay demasiada ensoñación buñuelesca.                                                                                                              

Tengo sueño, el café ya no me hace efecto pero debo terminar esta absurda crónica para mañana o mi jefe se va a enfadar.  Continúo, un poco más de improvisación…




-¡Último aviso! – anuncia el domador. ¡Pobre loco!, cree que su maqueta y las miniaturas a las que ha pintado y dado formas diversas son reales. Ni el pensador, ni el gorrión, mucho menos la graciosa dueña de la tienda son reales y cómo va a rondar por allá un unicornio.

Entre esta jauría de elementos, el domador sigue soñando que es un enviado por esos dioses clásicos que castigaban o premiaban a los hombres. Mueve las figuras que hay a su alrededor, gesticula con ellas y más que conversar, murmuran entre ellas.

La soledad es atroz, jubilarse es como caer en el abismo de la inutilidad, socialmente uno se convierte en un ser invisible, acostumbrado a los aplausos, al ir y venir de bellas acróbatas, a domar elefantes; ahora sólo le quedan recuerdos y un armario lleno de trajes rojos con botones dorados, raídos y sucios. 

Su imaginación infinita le hace sentir vivo, dueño de un mundo irreal pero con esa sensación de control que siempre acunó. 

De pronto el unicornio brillante, con un signo condescendiente de su cabeza, le indica su lugar en el mostrador de cristal. El domador como cada tarde regresa a su vida de muñeco, su mente se nubla de nuevo y  la atractiva dueña ha puesto el cartel de "Cerrado".

Parecía un guión para una película de ficción, sin embargo está resultando surrealista y melancólico. Bueno, es un boceto pero creo que puede ser el principio de una larga historia.

Minicuento: Una mujer y dos mundos

El sol se clavó en los párpados de la mujer, veía sus piernas borrosas vestidas de algas marinas, el mar rítmicamente iba y venía; aturdida y desolada, no podía creer que era la última persona sobre la tierra.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Poema: Desolación

En el fondo de una casa desmoronada, en pie estaba yo, 
como tantas otras veces.

A media luz en el patio, cuencos rotos desperdigados,
viejos muebles tirados y en un rincón:
la chimenea torcida.

Era el panorama del desbarajuste.