miércoles, 30 de enero de 2013

Pensar en las musarañas


Solución oral

Composición:
Pensar: Reflexionar, examinar con cuidado algo para formar dictamen.
En: Sobre.
Las: Forma de acusativo de la 3ª persona en femenino, plural de lo.
Musarañas: Sabandija, insecto o animal pequeño.

Contenido del envase: 
Frase hecha que significa lo mismo que tener la mente en otra cosa mientras los demás hablan o están a lo suyo; también se emplea para acusar a alguien de que no nos escucha o está alelado.

Indicaciones: 
Puede caerse en esta actitud cuando uno está cansado y como método para tomar un respiro, a veces es bueno no pensar en nada en particular. Es una buena opción para evadirse en momentos de tensión o hastío de una conversación. Además puede ser útil a los artistas para allanar el camino a sus musas.

Contraindicaciones: 
No debería abusarse de este método ya que puede causar un exilio vital permanente y abrir una vena impaciente en las personas más cercanas, u otra de violencia física con la finalidad de hacernos reaccionar.  

Precauciones:
Si los niños hacen uso de ello en el colegio deben estar preparados para un castigo si no responden a una pregunta de la profesora cuando están en clase. Debe emplearse en contadas ocasiones y con medida temporal; es un buen mecanismo de defensa y también de creatividad. 

En el caso de los adultos ha de tenerse cuidado cuando se realiza una acción de riesgo como cortar pan con un cuchillo porque puede llegar a provocar ceguera momentánea y luego, encontrarse uno con un tajo indeseado en una dedo.

Interacciones:
No pensar en las musarañas ante una audiencia si se va a dar un discurso, ya que se dará una mala imagen y se mofarán de uno, llegando a ser considerado tonto. Tampoco caer en esto, a la hora de tomar una importante decisión.

Posología 
La frecuencia de empleo de esta anodina actividad depende de cada persona, hay unas que son más soñadoras que otras: los muy racionales lo harán raramente, sin embargo, los muy creativos caerán continuamente en este trance; habrá que buscar el equilibrio interior de cada individuo para hacer uso de ello un par de veces al día sin sentir culpabilidad.

A los niños habrá que ponerles más límites, sino se corre el riesgo de que muden a un universo paralelo y se olviden de sus deberes y hasta de jugar con sus amigos del cole.

Poema: Viento


Me muevo como una hoja mordisqueada con la brisa.

Seré el resplandor vespertino, 
aquel que duerme en el rocío de las camelias.

No alcanzo el viento ni las estrellas,
mudé de mí a nosotros.

Y con un beso de frutos rojos viviremos en un satélite de infinitas órbitas.

lunes, 28 de enero de 2013

Poema: Oda a los corazones humanizados


 Oda a lo viejo, a lo gastado y abandonado.

Oda a la desilusión, a olvidarse de uno mismo, 
a sentirse perdido en los caminos de soles y lunas reventados.

Oda a lo amado, perdido y llorado.
Oda a la torpeza en enamoramientos,

Oda a los que contemplan como, a veces, uno se desquebraja por dentro.
Oda a añorar el deseo, a tornarse loco.
Oda a la vida, a los castillos que nos cuidan y a las torres que un día nos guiarán.

sábado, 26 de enero de 2013

El yugo electrónico


Esta la historia de un teléfono móvil adicto a su amo. Cada mañana sonaba una alarma programada para despertar a su dueño, quien se levantaba torpemente de la cama, dando tumbos por la habitación hasta asirlo con ímpetu y un poco de rabia soñolienta. Desde ese momento era manoseado sin cesar durante todo el día hasta que ese ser con dos manos inquietas iba a acostarse por la noche.

El propietario era un hombre corpulento, alto y de rasgos mediterráneos mientras que el teléfono: un objeto pequeño, de color negro intenso y con una suave pantalla del tamaño de media cuartilla que se iluminaba para captar mejor la atención del usuario; sabía que su mayor virtud era hacer compañía a quien lo comprara. 

Como si fuera un cacique dirigía los ritmos vitales de este adicto individuo y lo hipnotizaba consiguiendo evadirle e impedir que mantuviera ninguna conversación con los suyos. Sin embargo, ambos eran fugitivos de la abismal soledad, no huían de los demás sino de sí mismos.


La sensación de ser imprescindible, controlar actividades y horarios humanos saciaba sus deseos de maquina útil para la sociedad. Su poder era descomunal como el primer amor que ciega y envuelve en un mundo perfecto e inmutable provocando que el enamorado se olvide de lo que le rodea.

El hombre se apoderaba a todas horas del teléfono para entretenerse o buscar información; parecía que tenía pegamento en sus dedos, necesitaba tanto a su móvil, le llenaba tanto su espacio y tiempo vital.

Muchas veces el aparato se cansaba, estaba fatigado y solo quería ser desconectado y que lo cargara de nuevo ese ser persuadido por los programas que tenía insertados. Se deleitaba tocando su pantalla táctil y se evadía de sus angustias cotidianas. Aunque si se descargaba el objeto electrónico, era sacudido con violencia y se oían improperios sin fin, “¡Joder, me cago en la puta o mierda!”...

Insaciable el ser humano y cual yugo tecnológico que le obligara a llevarlo consigo mismo las veinticuatro horas todos los días del año, dudaba si cambiar de artilugio o seguir siéndole fiel, a pesar de que había nuevos modelos mejorados en las tiendas.

Una mañana decidió con firmeza deshacerse de él y sustituirlo:

- Ahora quien manda a quien?- , dijo en voz alta el dueño.

Finalmente, el déspota fue destronado por un nuevo artilugio tecnológico, al que no solo se podía tocar sino también hablar y mandar. De tamaño folio de DIN-A 4, con un marco de color grisáceo y una pantalla finita, al que denominaban tableta. 

- ¡Esto es el futuro, es una maravilla. Veo mejor y mas grande todo! -, gritaba el dueño fuera de sí.

Al final la vida podríamos condensarla en una frase:

 “Dominar o ser dominado, ese es el dilema“.

jueves, 24 de enero de 2013

Microrrelato: Ella

De los escalofríos a los sudores espasmódicos, me mira de lejos la mujer de la azada pero yo sigo en la cama tiritando de vida.

martes, 22 de enero de 2013

Cuando el sol amaneció en sus cuerpos


Valle del Loira de 1969, una jovencita veraneaba con sus padres en una casona de piedra blanca, llena de exuberantes enredaderas y grietas, con una piscina de agua helada y rodeada por unos frondosos viñedos de Sauvignon Blanc.

Cynthia era una afortunada lolita, destacaba por unas piernas exageradamente largas y unos cabellos rubios y enmarañados que ocultaban sus ojos de profunda mirada violácea. Además era excesiva: excesiva en pasión, en silencios, en mal humor y siempre acababa envuelta en remolinos de pensamientos egocéntricos.

Al cumplir los despreocupados diecisiete años se prometió a sí misma que no esperaría más para conocer lo que reflejaba la novela Bonjour Tristesse de su admirada Françoise Sagan. Había ido devorando sus páginas durante ese pegajoso verano desde que llegaron de la capital, París, un lugar que no le dejaba respirar ni explorar su plenitud sexual por el qué dirán.

La tarde del 21 de julio Cynthia, libre de la soga paternal, -sus padres se habían ido a una boda-, pasaba las horas tomando el sol en la piscina y deambulando por todos los rincones del jardín; sin saber que esa misma noche, Neil Armstrong alcanzaría la luna por primera vez en la historia, mientras ella realizaría otra hazaña...

Puso el tocadiscos a un volumen chirriante y estuvo probándose vestidos de su madre y bailando como una odalisca al ritmo de la canción Time of the Season de The Zombies alrededor de la piscina y por el porche cubierto de telarañas, de ramas enroscadas de parra y ropa tirada. No sólo danzaba entre racimos de uvas abandonados sino que se dejaba llevar por sus pulsiones más salvajes e iba despertando de su anestesiada vida.

Por un instante paró de dar vueltas y empezó a notar que alguien la observaba. Anochecía, el cielo se teñía de añil y ya no hacía un calor sofocante. Pablo se presentó al final de la tarde, ella bebía de la jarra de limonada con algunas hojas de menta y bastante vino blanco, se giró y le ofreció un vaso, él se ruborizó, se miraron con voracidad intentando leer sus mentes.
Pablo: 19 años aunque aparentaba menos, el hijo de los vecinos, ojos almendrados con los que sonreía y desvelaba su timidez; le agradeció la limonada, a la vez que se excusaba por haberla espiado, no pudo evitar acercarse a su casa al escuchar la música tan alta. Recién llegado también de la ciudad, había ido para la recogida de la uva, con lo que  se sacaba un dinero extra y así iba ahorrando para viajar a Indochina, su sueño ser fotógrafo.

Cynthia descalza, llevaba un vestido semitransparente de lino blanco y uno de los tirantes del vestido se posaba ingrávido por debajo de uno de sus hombros. Pablo le preguntó -¿cuál es la ilusión de tu vida, si tuvieras una lámpara de deseos, qué pedirías?- y ella empezó a relatar sus anhelos más secretos sin darse cuenta de que él no la escuchaba, se deleitaba fotografiando cada parte de su cuerpo sin importarle el monólogo, ella destilaba lujuria adormilada y quedó atrapado en su dulce red virginal.

Quería bebérsela entera como esa jarra de limonada cada vez más vacía y reluciente. El destino quiso arropar aquel encuentro carnal e inesperado. La música había dejado de sonar. Él bebió del vaso de ella, se contoneaban, se reían y ruborizaban sabiendo lo que iba a suceder en un instante, ella bebió del vaso que ahora poseía él.

Al ver por el suelo los racimos de uvas, Pablo los cogió y los posó sobre los labios de Cynthia, ella puso la boca de piñón y él la beso con dulzura y fiereza. Cynthia olía a membrillo, miel y lavanda, Pablo emanaba una fragancia  que le provocaba gozar frente a unos espesos viñedos, la noche había caído del todo.

Aprisionados en la penumbra, él empezó a buscar a tientas sus sensuales senos rosáceos, los absorbió con delicadeza, mordisqueaba aturullado todos los jugosos frutos del cuerpo de ella. Embriagado y atrapado en el cuerpo de ella, lamía su piel primero de pie y después cayeron el uno sobre el otro, en el borde de la piscina sobre sus prendas desordenadas.

Cynthia se enroscó como una rama de vid sobre el cuerpo de Pablo, sabía que no era amor pero quiso jugar con el placer. El cuarto creciente iluminaba la escena cual faro en la lejanía: sumergidos en un oleaje de éxtasis estrenado, jadeaban, exhalaban y en un traqueteo sin fin se fueron desenredando.
Exhaustos tras el encuentro tempestuoso, en el aire aún retumbaba el balanceo de caderas empapadas mientras a esa misma hora Neil Armstrong alunizaba y clavaba la bandera estadounidense en la región del Mar de la Tranquilidad de la luna.

No podía dormir, aturdida y con una sensación de un vacío desconocido, le recitó al oído: Tu es la vague, moi l´île  (Tú eres la ola, yo la isla desnuda) -aquel verso de su canción preferida "Je t'aime... moi non plus"-. Pablo la abrazó con ímpetu. Las pulsiones más primitivas, a esa edad, suelen ser abrasadoras y confundir como la marea del océano.

                                                                         - FIN -

martes, 15 de enero de 2013

Poema: Sin sentido


Luz en el cuarto de juegos abanado, música en el desierto, 
abrazos para la bailarina descalza, 
la dicha empujando la sinrazón de sus manos y entras en mi casa
 para quedarte, te doy mi espejo descascarillado.

El verano


Como todos los veranos la plaza del pueblo se engalanaba para los turistas y se vestía la pared que estaba al lado del callejón con un ancho cartel de doradas letras que se veía desde lejos. En él se podía leer “cine al aire libre” y la entrada era gratuita para los niños.

La familia Pedrosa acababa de llegar, los más pequeños ya campaban a sus anchas por las cuestas y callejuelas, correteaban y gritaban nerviosamente con sus amigos.

El pueblo significaba la despreocupación para los padres y la bulla para los niños; los unos recordaban lo que era ser amantes de nuevo y los otros jugaban como cachorros desenjaulados.

Esa noche en la plaza se proyectaba la película de Cantando bajo la lluvia, la gente se apelotonaba en las primeras filas, era como un teatro desordenado donde se reunían todas las generaciones, llevando sus propias sillas: rojas, verdes y amarillas, de madera, de plástico y metálicas; altas, bajas, de dos y hasta tres patas, viejas, prestadas y nuevas,  en el suelo se combinaba una alfombra de palomitas, pipas, papel de plata y latas de refrescos. Se iba formando una nube de risotadas, llantos de bebé, toses y mandíbulas masticando. 

El verano había llegado...

sábado, 12 de enero de 2013

Una artista que pintaba desde las entrañas


Frida Kahlo pintora e icono de principios del siglo XX, casi más famosa que su marido Diego Rivera, a quien amó y odió tanto como a su cuerpo. Vivió marcada por sus propias heridas físicas, sobrevivió gracias a su obra pictórica desgarradora y colorista y murió después de tres abortos naturales que la minaron.
"La pintura completa mi vida"
Fruto del matrimonio entre un fotógrafo de origen judío-húngaro y de una indígena-católica, siempre fue una niña muy despierta y aventajada en el colegio, quizás porque así compensaba esa pequeña cojera que le quedó de una poliomelitis.
En plena adolescencia se enamora de Alejandro, un amigo de su grupo creativo del instituto “Los Cachuchas”. Durante una tarde romántica tienen un accidente de autobús en el centro de México D.F. y su columna quedaría destrozada.


Magdalena Carmen Frieda Kalho Calderón nació y murió en la “Casa Azul”, hoy convertida en museo.  Presa de su propia cárcel corporal, nunca dejó de devorar la vida y sus cuadros son el espejo de su indómita alma.

Como Apollinaire señalaba en su Manifiesto cubista “hay hombres que viven en el placer, otros en el dolor y otros sólo tienen la vida”, a Frida le dio tiempo a vivir con intensidad, a ser la más fiel a su dolor y a crear personalísimos óleos que la encumbraron a lo que aún es hoy.
Rota por dentro                                                                                                                             
Cuando Frida sufre el accidente de autobús que le destroza la columna y la vida, su familia se hunde con ella, salvo Matita, la hermana mayor, quien estuvo a su lado día y noche. Desde ese momento el dolor sería su leal recordatorio de una fragilidad y una sensibilidad tan amarga como fructífera para desarrollar su creatividad.

" Yo no estoy enferma, estoy rota"


Envuelta en su corsé de yeso –en el cual solía dibujar también- y anclada a largas convalecencias, fue durante una de ellas que empezó a pintar copiando su rostro de un espejo montado en el dosel de la cama. 

A Kahlo le gustaba leer a Proust, Oscar Wilde, Nietzsche y mucha poesía, fue autodidacta y dibujaba retratos de amigos y familiares, también algunas naturalezas muertas con los tubos de óleo que le regala su padre, aunque después sólo haría lienzos con su propia imagen, obsesionada por su cuerpo.
Estuvo postrada en la cama durante mucho tiempo y todos los episodios de su vida continuarían presididos por hospitales y más de treinta operaciones. El hecho de vivir entre la silla de ruedas y la cama le llevó a inventarse un personaje, al que cuidó casi hasta el final de sus días. Le divertía vestirse como las mujeres mexicanas indígenas, dejó de depilarse las cejas y el bigote, esa fue su marca de identidad, imitada e idolatrada tras su muerte.
En 1928 nace de nuevo al conocer a Diego Rivera, su “gran amor” (veinte años mayor que ella), uno de los muralistas mexicanos más reconocidos de esa época. Se casan dos veces y viven una demoledora historia de amor y desamor, llena de: celos, rupturas (estuvieron divorciados un año, una época de gran creatividad, justo cuando pinta el cuadro de “Las dos Fridas”), reconciliaciones y amantes por parte de ambos, tanto del elefante como de la paloma.
Se necesitaban mutuamente y se perdonaban las infidelidades, incluso la de su hermana pequeña Cristina con su “Diego-universo”. 
A los pocos años de estar casados, ella sufre uno de sus primeros abortos, la gran herida de su alma, y una más de la larga lista de operaciones que padeció. Entonces se rompe por dentro y su vida tomaría otro rumbo aniquilador: nunca podría tener hijos.                                                                        

 "Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior"
  

Una artista que pintaba desde las entrañas
Sangre, cicatrices, raíces, soledad, medicinas, camas de hospitales, corazones, venas, bebés, clavos, dolor, flores, frutas tropicales, animales exóticos, paisajes simbólicos; amor y odio, el sufrimiento por no poder ser madre o ella misma duplicada con sus vestidos del folclor precolombino, quedaban escenografiados en sus óleos de vivos colores. 

                             "Intenté ahogar mis dolores pero ellos aprendieron a nadar"

Fue una mujer vanguardista, comunista y profesora de la Escuela de Artes Plásticas de México D.F., ciudad donde participó en la Exposición Internacional de Surrealismo. Pudo viajar a París y a Nueva York, donde organiza su primera exposición individual en la Julien Levy Gallery.

Diego Rivera calificó su pintura como “[...] adorable como una bella sonrisa y profunda y cruel como la amargura de la vida“. 

Frida pintaba muchos autorretratos porque pasaba mucho tiempo sola. Se apoyaba en el folclor tradicional mexicano, en imágenes brutalmente realistas de su cuerpo roto. Las imágenes de árboles genealógicos, la inmigración, las torturas de la Inquisición y las cámaras de gas nazis también se multiplicaban en su obra artística.

Fue un icono para los surrealistas mientras ella se limitaba a decir que sus óleos  sólo “habían nacido del interior de su dolor”. Un año antes de morir, sus amigos le rindieron un homenaje, haciendo una retrospectiva en la galería mexicana Lola Álvarez, poco después le amputarían esa pierna que desde niña le había producido tantos problemas. 

”No tengo miedo de la muerte, pero quiero vivir. El dolor eso no, no lo soporto” 

Más allá de la pintura
Excesiva a pesar de estar llena de cicatrices, solía jugar con su sexualidad disfrazándose de chico, llegando a ser un imán tanto con hombres como con mujeres. Amiga de grandes personajes políticos y artistas de su tiempo, como André Breton, Marcel Duhamps o de Tina Modotti -amante de Trostki-, también conoció a María Félix y a Georgia O´Keefe.

Vivió apasionadamente, se aficionó a las drogas, fue dipsómana y sufrió por fuera y por dentro, pero sobre todo amó a  Diego  “el gordo".

El torrente de emociones que bullía a borbotones en su interior fue el leitmotiv de su obra, una colección de las escenas más trágicas de su diario personal.

“Espero que la salida sea afortunada y espero no volver jamás”, de este modo decía adiós a la vida en el México de 1954 una de las pintoras mexicanas más icónicas del pasado siglo XX, dejando su inmenso testimonio vital en unos cuadros oníricos, descarnados y viscerales.


En la actualidad se pueden ver sus obras en el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York y en el Georges Pompidou de París.

Cuento el osito perezoso: Capítulo I


La  prueba
El osito perezoso cuando veía los rayos del sol asomar por su ventana cada mañana, estiraba la manta mucho mucho. Se metía hasta el fondo en su cama-cueva y gruñía muy alto ¡Grrrrg, grrrg, grrrg, grrrg! No quería levantarse ni por todo el oro del mundo. Sentía como si unas piedras se hubieran pegado en sus ojos y no podía abrirlos.
Su madre al ver que no había manera de que saliera de ahí, cogía un cubo con trozos de hielo de la montaña y se lo tiraba por encima, hasta que del frío el osito se levantaba de un brinco. Así, un día tras otro, durante toda la primavera, el osito perezoso tiraba de la manta y su mamá le lanzaba hielos sobre la cama.

Cuando llegaba la hora de dormir, el osito perezoso quería seguir despierto pero su mamá le obligaba a irse a la cama para descansar y poder madrugar al día siguiente. Una vez en su cuarto, el osito hacía trampas y no se dormía, seguía jugando con sus soldaditos de plomo y encendía una linterna mágica por debajo de las sábanas que iluminaba toda la habitación.

Sin embargo, una noche en la que la luna llena estaba más grande de lo habitual, apareció un búho en la ventana del osito perezoso, pegó su pico al cristal y dio un par de golpecitos, ¡toc, toc, toc,toc!

El osito vio un pájaro con unos ojos enormes, se puso un poco nervioso, le abrió la ventana y el ave se presentó - ¡Hola!, soy el Sr. Búho y quiero ser tu amigo.

Después de dudar el osito le saludó, moviendo su patita peluda y sucia de un lado a otro y siguió jugando. El Sr. Búho lo estuvo observando un rato y luego le dijo que si le parecía bien estar despierto a esas horas - ¿No te das cuenta de que estás dejando de vivir por el día?

Como el osito no le hizo caso, el Sr. Búho ululó y el osito se asustó un poco. Se miraron fijamente a los ojos y el búho le preguntó - ¿Pero tú que eres un búho o un oso?

El osito perezoso contestó que él era un oso, entonces el Sr. Búho añadió - ¿Y por qué vives cómo los búhos, por qué estás despierto si es de noche? Si tú eres un animal diurno, ¡no entiendo cómo no estás durmiendo y aprovechas más el día!

El osito añadió - tienes razón, es verdad que a veces no aprovecho la luz del día, lo que pasa es que me he acostumbrado a vivir así y ya no puedo cambiar- , asintió el osito perezoso agachando la cabeza y con las orejitas temblorosas.  

Sin embargo, al Sr. Búho se le ocurrió una idea y le propuso compartir durante una semana la misma vida que llevaba él.  Ser un búho es fácil y divertido, sí a uno le gustan las aventuras pero también hay que ser valiente, tenaz y pasar muchas horas solo.

El Sr. Búho quería que el osito descubriera por sí mismo que podía ser divertido madrugar y disfrutar más tiempo del solecito rico. El osito quería empezar inmediatamente esta prueba, aunque el corazón le estaba empezando a latir muy rápido y los pelos de las patas se le erizaban sin querer.

jueves, 10 de enero de 2013

Frases sueltas

"A veces una sola frase puede revelarnos a nosotros mismos inconscientemente."

Reflexiones sobre la tarea de escribir

Escribir cuesta.
Como todo los retos sustanciosos: exige esfuerzo y dedicación aunque sobre todo, consciencia y acción. 
Si no estamos alerta en el día a día, con los ojos del alma abiertos, es como si moráramos bajo tierra, en vez de seres de luz podemos acabar siendo gusanos abyectos.
Estaremos enfermos del alma pero aún creo en lo bueno que vive en corazón del ser humano.

Las musas suelen ser revoltosas e intempestivas como las tormentas de verano. Por eso, he considerado que en lugar de perseguirlas me iba a rendir a ellas. Me he dejado atrapar y claudico para que hagan de mí lo que les plazca. 


Pienso que si transmito mejor las historias que pululan en mi cabeza, si continúo escribiendo y trato de ser honesta conmigo misma y mejor persona por ende, todos los ángulos de mi vida mejorarán y también los seres que me rodean serán más felices: ¿habrá más equilibrio universal?

"Renacimiento de Venus" es el título que zumba en mis oídos perezosos para un próximo poemario.


Confío en que los puñados de poemas que escribo cobren vida. Ojalá lograra un rayito de la hondura que he encontrado en los versos de grandes autores.
Voy a tejer mis marañas de emociones reales e irreales, voy a exorcizarme.



Ejercicio literario: Me acuerdo


Me acuerdo de aquel viaje a Estambul, navegar por ese mar que está entre Oriente y Occidente y caminar por las calles empedradas donde olía a té de manzana y caía el sol violáceo sobre la ciudad.

Me acuerdo cuando mis pies eran tan pequeños que se colocaban a la perfección sobre los pies de mi padre, me sostenía con cariño y bailaba conmigo en el salón de casa.

Me acuerdo y me asusto de pensar que ayer era hoy; y que hoy, sí: hoy será mañana. Somos las ingenuas manecillas de la rueda de Cronos que nos va devorando con su tic-tac, tic-tac…

Poema: De agua


Acuáticas piernas descorazonadas vagan en la isla,
la que canta como si fuésemos Ulises vagabundos en la vasta tierra.

Si baldía está tu alma, dó queda mi ilusión de miel.

La lluvia cae poco a poco y la isla anegada nos abraza,
Sin maletas, sin comida y con el alma esperanzada:
soy de agua.

Microrrelato: Crisálida al alba


Dentro de mí está flotando, siento su aleteo constante y su zumbido. Cuando balanceo las caderas al caminar, se mueve conmigo, la escucho y la miro.

Me acaricio la tripa con temor y ternura, sin olvidar que ahora somos dos.
Antes del alba, en las horas de incertidumbre…, le canto una nana. Como cada mañana llega el hombre de blanco, nos miramos sin hablar y trata de abrazarme pero no puede.

Me quedo aturdida mirando por la ventana agujereada. Veo los àrboles danzar con el viento, me escapo de la habitación de cristal y vuelo por el bosque mágico: soy la mujer mariposa.

Poema: Con los ojos cerrados

De mis pestañas a tus párpados,
levantaré un puente eterno, como aquellos lazos rosas que
tanto me dieron.

De mis sueños de sirena restan algas y penas con salitre desgastado.

No tengo miedo, sólo unos pies risueños impacientes.

De mis pestañas a ti, sólo un paseo en soledad y tu mano dónde está...


Construiré un puente de sonrisas de azahar y mis pestañas rozarán tu silueta oscura.

Con los ojos cerrados levantaré una dicha invisible.

miércoles, 9 de enero de 2013

Microrrelato: Senectud primorosa


Un viejecito está en un banco dando de comer a unas palomas, saca del bolsillo de su chaqueta migas de pan mezcladas con monedas. El sol se colorea de mediodía y en el suelo del parque se va dibujando un telar de excrementos y hojas otoñales.

De pronto el anciano siente unas voces interiores, un ángel y un demonio se han acercado a su nuca y le susurran al mismo tiempo algo al oído. Se rasca fingiendo que tiene una pelusa, no quiere escuchar, suspira y sigue dando de comer a las torcaces más grises y pelonas.

Se ha quedado dormido con una cándida sonrisa, el silencio invade su espacio. Ángel y demonio lo desean como trofeo ulterior. Anochece y su cuerpo continúa en el banco frío, ladeado, las palomas desagradecidas le pican la cabeza y la luna le enfoca con ternura.