Me acuerdo de aquel viaje a Estambul, navegar por ese mar
que está entre Oriente y Occidente y caminar por las calles empedradas donde
olía a té de manzana y caía el sol violáceo sobre la ciudad.
Me acuerdo cuando mis pies eran tan pequeños que se
colocaban a la perfección sobre los pies de mi padre, me sostenía con cariño y
bailaba conmigo en el salón de casa.
Me acuerdo y me asusto de pensar que ayer era hoy; y que hoy, sí: hoy será mañana. Somos las ingenuas manecillas de la rueda de Cronos que nos va devorando con su tic-tac, tic-tac…
No hay comentarios:
Publicar un comentario