La
prueba
El osito perezoso cuando veía los rayos
del sol asomar por su ventana cada mañana, estiraba la manta mucho mucho. Se metía hasta el fondo en su cama-cueva
y gruñía muy alto ¡Grrrrg, grrrg, grrrg, grrrg! No quería levantarse ni por todo el oro
del mundo. Sentía como si unas piedras se hubieran pegado en sus ojos y no
podía abrirlos.
Su madre al ver que no había manera de
que saliera de ahí, cogía un cubo con trozos de hielo de la montaña y se lo
tiraba por encima, hasta que del frío el osito se levantaba de un brinco. Así, un día tras otro, durante toda la
primavera, el osito perezoso tiraba de la manta y su mamá le lanzaba hielos
sobre la cama.
Cuando llegaba la hora de dormir, el
osito perezoso quería seguir despierto pero su mamá le obligaba a irse a la
cama para descansar y poder madrugar al día siguiente. Una vez en su cuarto, el osito hacía trampas y no se dormía,
seguía jugando con sus soldaditos de plomo y encendía una linterna mágica por
debajo de las sábanas que iluminaba toda la habitación.
Sin embargo, una noche en la que la luna
llena estaba más grande de lo habitual, apareció un búho en la ventana del
osito perezoso, pegó su pico al cristal y dio un par de golpecitos, ¡toc, toc, toc,toc!
El osito vio un pájaro con unos ojos
enormes, se puso un poco nervioso, le abrió la ventana y el ave se presentó - ¡Hola!,
soy el Sr. Búho y quiero ser tu amigo.
Después de dudar el osito le saludó, moviendo
su patita peluda y sucia de un lado a otro y siguió jugando. El Sr. Búho lo estuvo
observando un rato y luego le dijo que si le parecía bien estar despierto a
esas horas - ¿No te das cuenta de que estás dejando de vivir por el día?
Como el osito no le hizo caso, el Sr.
Búho ululó y el osito se asustó un poco. Se miraron fijamente a los ojos y el búho
le preguntó - ¿Pero tú que eres un búho o un oso?
El osito perezoso contestó que él era un
oso, entonces el Sr. Búho añadió - ¿Y por qué vives cómo los búhos, por
qué estás despierto si es de noche? Si tú eres un animal diurno, ¡no entiendo
cómo no estás durmiendo y aprovechas más el día!
El osito añadió - tienes razón, es
verdad que a veces no aprovecho la luz del día, lo que pasa es que me he
acostumbrado a vivir así y ya no puedo cambiar- , asintió el osito perezoso
agachando la cabeza y con las orejitas temblorosas.
Sin embargo, al Sr. Búho se le ocurrió
una idea y le propuso compartir durante una semana la misma vida que llevaba
él. Ser un búho es fácil y divertido, sí a uno le gustan las
aventuras pero también hay que ser valiente, tenaz y pasar muchas horas solo.
El Sr. Búho quería que el osito
descubriera por sí mismo que podía ser divertido madrugar y disfrutar más tiempo
del solecito rico. El osito quería empezar inmediatamente
esta prueba, aunque el corazón le estaba empezando a latir muy rápido
y los pelos de las patas se le erizaban sin querer.
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