Ángel de la Guarda
Solos en el lago el ciervo y yo,
me veo a través de sus ojos.
Tengo frío -tirito-.
Cubro de jazmines mis pies, mis labios de membrillo supuran resina.
Llueve sobre el agua quieta, magnética y se llena de nenúfares silenciosos.
Nos dormimos bajo el olmo adentrándonos en el imperio de los abejorros
y las frambuesas sangrantes.
Solos y abandonados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario